27 A LA CARRERA

  • AUTHOR: // CATEGORY: Tailandia

    8 Comments

    Son las 06:30h de la mañana cuando suena el despertador en Baannampetch hostel, ducha rápida y hacemos la mochila. Después del check-out nos despedimos y caminamos por los estrechos callejones que nos llevan a una avenida principal. ¡Sorpresa!, ¡cuánto tráfico!. Vemos pasar tres o cuatro taxis, están ocupados.

    Caminamos unos metros hasta conseguir uno libre. Aunque más que un taxi es un iglú con ruedas, creo que tienen una opción para ponerlo a menos cinco grados, realmente no hace ni calor en la calle. Nuestro autocar con destino a Siem Reap (Camboya) sale a las nueve, pero debemos llegar treinta minutos antes para canjear el recibo de compra por los billetes de autocar.

    Pasan diez minutos y el taxi se desplaza tan sólo unos metros. Empezamos a preocuparnos, parece que hay un colegio cerca y puede ser una de las causas, la otra un semáforo rojo interminable que después de mantener la mirada fija en él durante más de tres o cuatro minutos cambia a verde, el taxi no se mueve ni un centímetro.

    Nuestra vista no alcanza a ver el final de la larga cola de coches, motos, tuc-tucs y otros medios de transporte que al igual que nosotros luchan por abrirse camino en este caos circulatorio.

    A unos metros el taxi tiene que girar a la derecha y confiamos en que al girar la esquina el tráfico sea más fluido y podamos salir de esta ratonera. Queda menos de una hora para que salga nuestro autocar. Llevamos más de 45 minutos y no hemos avanzado ni un kilómetro. Cuando el taxímetro marca 80 Baths, menos de dos euros, le pagamos y hacemos un amago de bajarnos para caminar y buscar otra alternativa. Nos bajamos del taxi, cuando de repente apreciamos que los coches comienzan a moverse lentamente. Decidimos dar una segunda oportunidad, nos montamos nuevamente.

    La situación cada vez es más preocupante, si no cogemos ese autocar, perderemos el dinero de los billetes y de la noche de hotel que habíamos reservado. Un desastre. Pasan los minutos, no somos capaces de intercambiar ni una palabra con nuestro taxista, directamente le dimos un papel con el nombre de la estación en tailandés.   Cuando le selañamos el reloj para intentar saber si llegaríamos a tiempo, comienza a hablarnos en tailandés, como si pudiéramos entenderle…

    Segundo amago de bajarnos, esta vez para coger dos motos taxis, no nos apasiona mucho la idea, ya que vamos cargados y nos tendríamos que separar pero realmente parece que es el único medio de transporte que consigue abrirse paso.

    Hacemos ruidos y movimientos que denotan preocupación para que el taxista entienda que tenemos que llegar sí o sí. Parece que ha captado el mensaje y como si de la película de taxi driver se tratara, acelera y esquiva coches en la medida de lo posible. Estamos a nueve kilometros, nerviosos y congelados de frío, creemos que lo vamos a conseguir.

    Cinco, cuatro kilómetros…el taxista hace lo que puede pero es inevitable en ocasiones detenerse. Nos vuelve a hablar en tailandés, creemos que quiere decir que en que parte de la estación debe pararse, no tenemos respuesta, primero por el idioma y segundo porque ni nosotros lo sabemos. Preparamos el dinero para pagarle en cuanto llegue a la estación. Quedan menos de veinte minutos y todavía no tenemos nuestros billetes, sólo un recibo que debemos cambiar aún no sabemos dónde. Como si de una etapa de Pekín Express se tratara corremos por la estación sin rumbo. A grito de “quieto todo el mundo” o algo por el estilo pero en tailandés me detengo instintivamente, imagino que por precaución. Nacho sigue corriendo hacia la ventanilla de enfrente. Finalmente entendemos lo que nos quieren decir, la ventanilla estaba ahí, a su lado. Entregamos el recibo y ¡conseguimos nuestros billetes! El Angkor Wat está cada vez más cerca, vale, todavía es pronto para emocionarse, tenemos que llegar al andén 106, la estación es enorme.  Un simpático hombre que trabaja aquí me pide el billete y nos acompaña al andén. Por suerte estábamos bastante cerca, bajamos de la tercera a la primera planta en ascensor, habla con una compañera y nos despedimos con un gracias en tailandés. Ahora si nos montamos en el autocar.

    Lo hemos conseguido. Siempre hay que agotar todas las posibilidades y nunca rendirse, hay que ser siempre optimista aunque reconozco que esta vez estábamos bastante preocupados. Se nos pasó por la cabeza coger las motos y hasta correr si hacía falta.

    Por otra parte hemos sentido una gran impotencia e incertidumbre al no poder comunicarnos con el taxista. Hemos intentado salir con cerca de dos horas de antelación pero ya se sabe, el tráfico en esta ciudad es una locura.

    Como siempre dice Nacho, al final si piensas en cosas buenas, pasan cosas buenas.

COMMENTS

8 Responses to 27 A la carrera

  • Jordi wrote on February 23, 2014 at 6:33 // Reply

    Que gran verdad!!! Piensa en verde!

  • Roberto wrote on February 23, 2014 at 2:57 // Reply

    Qué estrés!!!

  • Toñi y su clase wrote on February 23, 2014 at 4:33 // Reply

    Casi a ese ritmo llegamos una vez al AVE en Córdoba, que nos faltó bajarnos con la maleta y salir corriendo hasta la estación. La historia de vez en cuando tiende a repetirse. Menudo estrés llevaríais.

    • Marien Garcia wrote on February 25, 2014 at 8:20 // Reply

      Inolvidables momentos tanto el uno como el otro

  • Anna Jordà wrote on February 23, 2014 at 5:39 // Reply

    Ostres…em recorda un transbord a l’aeroport de Brusel.les…ja,ja,…és veritat que et sents com al pequin express…i l’avió esperant a pista…és veritat que s’ha de córrer fins cremar l’ultim alè encara que pensis que està mig perdut…sempre val la pena!! ;D i les rises que et fots després?????

    • Marien Garcia wrote on February 25, 2014 at 8:19 // Reply

      Sempre sempre sempre! Mai s’ha de donar res per perdut 😉

  • Juan Antonio wrote on February 23, 2014 at 6:49 // Reply

    La próxima vez tres horas antes

  • Merce wrote on February 23, 2014 at 10:54 // Reply

    Prova superada! !molt be

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