40 HANOI

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    De vuelta a Hanoi, nos quedan solo dos días en Vietnam. El viaje en tren no ha sido tan maravilloso como el de ida, el aire acondicionado estaba al máximo. Nos ha tocado dormir con el forro polar, la chaqueta y un par de mantas y aún así estábamos congelados.

    Cogemos un taxi y le indicamos la dirección de Hui, nuestro anfitrión de couchsurfing. A las 6 de la mañana y en pijama nos abre la puerta de su casa con una sonrisa de oreja a oreja. Nos enseña la habitación, el baño y la cocina por si necesitamos algo. Nos vamos a dormir.

    A las 10h, después de haber dormido unas horas y de una ducha, desayunamos con Hui y Camille,  una chica de Quebec que, al igual que nosotros, estaba haciendo  couchsurfing.

    Pasamos toda la mañana sentados alrededor de la mesa de la cocina compartiendo historias y curiosidades, cosas en común, diferencias de uno y otro país.

    Venga, hay que ponerse en marcha. Aún no nos ha dado tiempo a digerir el desayuno cuando Hui nos lleva a almorzar a un bar donde comemos por menos de un euro. Eso sí, en este lugar no vemos ni un sólo tenedor ni cuchara así que no nos queda más remedio que hacer nuestros primeros pinitos con los palillos.

    Caminamos hasta el centro y vemos uno de los lugares más conocidos, el lago Hoàn Kiem, un lago de agua dulce de 640m de largo por 220 de ancho. Durante nuestro paseo por las calles de Hanoi llegamos al barrio de las 36 calles, cada una de las cuales está estrechamente unida a un comercio tradicional que se muestra claramente por su nombre; por ejemplo, la calle de Hang Muoi (sal) vende sal, la de0 Hang Manh (cortina) vende cortinas de bambú y la de Hang Bac (plata ) vende joyas de plata.

    Hacemos una parada técnica en una fuente donde nos comemos un helado mientras hablamos con una chica francesa que está haciendo un intercambio. Conduce moto, hasta ahí bien. Lo que nos parece más fuerte es que haya aprendido a hacerlo aquí, una de las ciudades del mundo con más motos y en la que no debe de ser nada fácil conducir.

    Seguimos la marcha por las calles más céntricas de la ciudad hasta que llegamos a un bar, tomamos asientos en sus diminutos taburetes de plástico y sus pequeñas mesas de madera. Algo está pasando, no sabemos bien qué es. Se acaba de detener un camión cargado de policías con esos trajes antiguos de color verde que tanto imponen. Empiezan a bajar de él uno detrás de otro y  hacen levantarse a varias personas de sus taburetes. Estamos alucinando pero aquí en Hanoi, todas las mesas y sillas que se salen de la acera las requisan, las cargan en el camión y si el dueño quiere recuperarlas tiene que pagar por cada una de ellas. Por suerte, la persona que está sentada en ellas se puede quedar en el bar. Y así hasta tres o cuatro veces a lo largo de las dos o tres horas que estamos sentados. Parece el juego de la sillita…

    Aquí sentados conocemos a Franck y Moumane, unos parisinos de madres españolas que están de vacaciones. Nos llama la atención lo que están bebiendo, parece sangría, es sangría y sangría tras sangría reímos hasta la hora de cenar. Después de cenar algo, acabamos la noche en una pequeña discoteca al lado del río. No paramos de reír con las bromas de nuestros nuevos amigos franceses. Me gustaría destacar la indumentaria de Marien, perfectamente podría haber salido de una clase de spinning,  y es que a veces las mejores noches son las más improvisadas.

    A la mañana siguiente, Camille nos prepara un brunch al más puro estilo canadiense: huevos revueltos, bacon, patatas y unos deliciosos crepes casi al nivel de las de mi madre.

    El día es gris y lluvioso, no apetece salir de casa. Nos quedamos descansando. Sobre las cinco de la tarde llegan todos los amigos de Hui. Una inglesa, un sueco y dos irlandeses se suman a la cena que nos prepara Hui. Hoy cenamos con vino vietnamita de las montañas de Dalat.

    A la misma hora que llegamos a Hanoi nos vamos de ella. Hui, siempre atento, nos pide un taxi para ir al aeropuerto. A la llegada, el taxímetro marca 480.000 VND, al preguntarle al conductor cuanto tenemos que pagar, sorprendentemente nos responde que 270.000 VND, misma cifra que Hui nos había dicho minutos antes de despedirnos, todavía no sabemos bien por qué.

    Posiblemente estos últimos días no hayamos visto todas y cada una de las atracciones de esta ciudad, pero poder vivir en casa de un vietnamita y saber un poco más de este país ha sido una experiencia increíble.

COMMENTS

2 Responses to 40 HANOI

  • Faus wrote on March 30, 2014 at 6:08 // Reply

    Marien, aquello eran palillos o baquetas!

    • Marien Garcia wrote on April 1, 2014 at 11:13 // Reply

      jaja! pues no te creas Faus, que si me das unas baquetas también soy ya capaz de comerme el arroz con ellas…

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