50 ALONA BEACH Y CEBÚ

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    Nos levantamos temprano. Aquí en Filipinas amanece antes y siempre anochece a la misma hora, a las seis de la tarde. Todas las rutinas diarias adelantan su horario y a las diez de la noche ya es hora de ir a dormir.

    Hoy ponemos rumbo a Panglao, una isla al norte de Bohol a 18 km de Tagbilaran. Como la distancia es mínima, decidimos ir en triciclo directamente desde Tagbilaran hasta nuestro alojamiento en la popular Alona Beach, de puerta a puerta. Negociamos con el conductor un precio de 225 pesos por llevarnos, haciendo una parada en el puerto para comprar nuestros billetes de ferry de Tagbilaran a Cebú para dentro de tres días. No queremos tener sorpresas y quedarnos sin billetes el día anterior a nuestro vuelo a Palawan.

    Una vez tenemos los billetes, tardamos unos 35 minutos en llegar a Alona Beach. Nada más llegar, dejamos nuestras mochilas y nos vamos directamente a la playa a darnos nuestro chapuzón en aguas filipinas.

    La playa de Alona tan sólo tiene un kilómetro y medio de largo. Es pequeña, tranquila y es el lugar perfecto para relajarse y para los amantes del buceo. Su arena blanca, según algunos viajeros, recuerda a las famosas playas de Boracay pero sin la masificación turística de las mismas. He aquí el motivo por el que nosotros nos decantamos por visitarla. Hay que tener en cuenta que moverse por Filipinas no es fácil. Requiere tiempo y dinero debido a que la mayoría de trayectos se han de hacer en avión o barco y es por ello que en lugar de viajar hasta Boracay, hemos optado por quedarnos en Alona.

    Por primera vez después de varios meses, tenemos un hostel con cocina así que no pisamos ni un restaurante de la zona. Nuestro estómago está súper contento. El hostel se llama Citadel Alona y está muy bien. Las habitación es pequeñita pero las zonas comunes están genial. Además, estamos prácticamente solos en él junto a una pareja de suecos, Mimi e Isak, con los que ya la primera noche entablamos amistad y compartimos cena, historias y aventuras en la terraza.

    La mayor parte de nuestros días en Alona Beach, al final la hemos pasado en esta terraza. El tiempo ha estado un poco revuelto, ha llovido, ha habido tormentas y la verdad es que el sol ha brillado por su ausencia. Eso sí, ha hecho mucho calor, lo que invitaba a pasar las horas en la terracita, leyendo, escribiendo o compartiendo buenas conversaciones con nuestros compis de alojamiento. Aún así, cada día hemos encontrado un claro para ir a darnos un baño en el mar y dar un paseo por esa orilla de arena blanca que tanto nos ha gustado.

    Ha llegado el momento de volver a Cebú. Mañana volamos a Puerto Princesa. En esta ocasión vamos a hacer couchsurfing.

    Una vez en el puerto de Cebú, después de dos horas de ferry, cogemos un taxi hasta Junquera Street. Es Semana Santa y la casa de nuestro couchsufer, Niño Paolo, está llena con todos sus familiares así que nos ofrece la posibilidad de alojarnos en un hostel de su familia a coste cero.

    Una vez instalados en la que será nuestra habitación por una noche, esperamos a que Paolo salga del trabajo. No sabemos lo que nos tiene preparado, todavía no lo conocemos, tan sólo hemos intercambiado un par de mensajes.

    Nos recoge a las 6.30 pm y nos lleva a cenar a uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Comemos y charlamos durante algo más de dos horas. Uno de los platos de la carta que más nos sorprende es el lechón, bastante típico en Filipinas. Aprovechamos para probarlo y es idéntico al que otras tantas veces había probado, delicioso.
    Niño Paolo tiene 22 años. Trabaja como contable en una productora de televisión. Aunque en general, los filipinos hablan muy buen inglés, el suyo es prácticamente perfecto. Según él lo ha aprendido viajando, interesante. Nos cuenta que su sueño es viajar por Europa cuando cumpla los 25. Le estaremos esperando.

    Después de cenar, nos lleva a tomar algo pero la noche no acabaría aquí. Niño Paolo nos tiene preparada una última sorpresa. Conduce durante unos veinte minutos montaña arriba hasta llegar a un mirador desde podemos contemplar una ciudad iluminada bajo la luz de la luna llena. Impresionante.

    Una vez más couchsurfing nos ha permitido disfrutar de una ciudad como si fuera la nuestra y aprender un poco de otras culturas y formas de vida.

    Ha llegado el momento de volar. Niño Paolo trabaja cerca del aeropuerto y se ofrece a recogernos y llevarnos hasta allí. Nos despedimos de él con un fuerte abrazo y la ilusión de volvernos a ver dentro de tres años, esta vez en Barcelona.

COMMENTS

3 Responses to 50 Alona Beach y Cebú

  • Nati wrote on April 21, 2014 at 7:25 // Reply

    Qué lindos los nenes de la playa! Y esas arenas tan claras…

  • Toñi wrote on April 28, 2014 at 8:58 // Reply

    Preciosidad de fotos. ¿Es verdad que las estrellas de mar están así en la arena?

    • Marien Garcia wrote on May 3, 2014 at 6:45 // Reply

      Tenemos que aclarar que las estrellas no están normalmente en la orilla porque si no tienen agua se mueren. En este caso, un niño dedicó a sacarlas del agua y acumularlas en la arena como trofeos hasta que por suerte alguien las devolvió al agua…

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