95 ANURADHAPURA

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    Son las 5 de la mañana cuando suena el despertador, pero… ¿no estábamos ya de vacaciones?

    Tenemos  por delante un viaje de unas 4 horas y media en tren hasta llegar a Anuradhapura, situada a unos 200 km de Colombo y  queremos coger el tren de las 6:30 am ya que de lo contrario perderíamos el día entero y no tendríamos tiempo suficiente para poder visitar esta importante ciudad que fue una de las antiguas capitales de Sri Lanka.

    Volvemos a utilizar Uber para llegar a la estación pero esta vez la experiencia no resulta tan satisfactoria. Resulta que nuestro conductor no lo tiene muy claro y se pierde dándonos mil vueltas por multitud de callejones y  mercadillos ya llenos de gente a las 6 de la mañana. Nos impacta la vida y el movimiento de la ciudad ya a esta hora tan temprana. Suerte que hemos sido madrugadores y, a pesar del despiste del conductor, aún después de comprar nuestro billete, tenemos un ratito para esperar al tren en el andén. Aprovechamos para buscar algo para comer por la estación pero no acabamos de encontrar nada que nos parezca higiénicamente adecuado, así que nos compramos el zumo de naranja mejor empaquetado que podemos encontrar y recuperamos del fondo de la mochila las dos magdalenas aplastadas que no nos habíamos comido en el avión.

    Nuestro tren llega muy puntual. Hemos comprado billetes en 2a clase pero al no haberlos reservado con antelación, no hay garantía de poder ir sentados y  el trayecto no es corto.

    Tenemos suerte y al tratarse del inicio del trayecto conseguimos dos asientos. No obstante, el viaje se hace muy largo. El calor y la humedad se van incrementando conforme van pasando las horas y el vagón cada vez va más atestado de gente en cada recoveco. El vagón de “2a clase” se acaba convirtiendo en uno más de esos que ya conocemos con multitud de gente de pie en el pasillo y donde si lanzas un pañuelo hacia arriba, casi con total garantía no llegará al suelo. ¡Pero vamos sentados :)!

    Alrededor de las 11:30 am por fin llegamos a Anuradhapura. Tras una acalorada discusión con los conductores de tuk-tuk para negociar el precio, conseguimos uno que nos lleva al alojamiento por 150 rupias (0,83€). Nacho insiste en que está muy cerca y nos están engañando pero, como siempre, cuando recuperamos la perspectiva y nos damos cuenta de que estamos peleándonos por céntimos de euro, agotados del viaje  y cargados con las mochilas, acabamos accediendo. Es una curiosa sensación que nos cuesta evitar. No se trata de poco o mucho sino de que sea lo justo, pero la verdad es que en ocasiones como estas, después de 5 horas de viaje agotador,no vale la pena discutir.

    Nos sentimos sucios, asfixiados de calor y muy cansados. Lo primero que hacemos nada más llegar al alojamiento es darnos una súper ducha de agua fría, cambiarnos de ropa y ahora sí, ya estamos listos para explorar esta antigua capital de Ceilán.

    Anuradhapura alberga unos de los restos arquitectónicos más valorados del país y está declarada Patrimonio de la Humanidad. En su día fue la tercera capital del reino de Rajarata y se cree que desde el siglo IV a.C hasta principios del siglo XI d.C. fue un gran centro político y económico en todo el sudeste asiático. Hoy en día, es considerada una ciudad sagrada para los budistas y ocupa una superficie de unos 40 km2 que se encuentra rodeada de monasterios.

    Hoy nos alojamos en la casa de Sarath, situada a la orilla de un lago y con unas vistas y un jardín preciosos. Sarath nos acompaña a visitar la Ciudad Antigua con su tuk-tuk y nos hace de guía por 2000 rupias, más menos lo que suelen cobrar todos pero nos sentimos muy a gusto yendo con él. Son ya cerca de las 12 de la mañana y, a pesar del calor extremo, decidimos visitar la Ciudad Antigua de 12 a 3 pm ya que por la tarde, Sarath nos ha propuesto llevarnos al Mihintale, el pico montañoso considerado el lugar donde se inauguró el budismo en el país.

    Junto a Sarath, en su tuk- tuk, vamos recorriendo uno a uno los templos, pagodas y ruinas de la Antigua Ciudad de Anuradhapura, no sin antes pasar por la ticket office y haber pagado los 25$ por persona que vale la entrada para extranjeros. Más caro que una entrada a la Sagrada Familia y sinceramente, un precio un tanto abusivo si tenemos en cuenta el precio medio del resto de cosas.

    La mayor parte de la población de Sri Lanka es Budista y extremadamente religiosa, como ya pudimos comprobar en el mensaje de “Bienvenida” del aeropuerto.  Por tanto, para poder visitar todos estos lugares de carácter religioso es escrupulosamente obligatorio ir vestido y cubierto tanto de hombros, como por debajo de la rodilla. Teniendo en cuenta que estamos a más de 30ºC de temperatura y con una humedad de casi el 90% podemos hacernos una ligera idea del esfuerzo que nos supone caminar a pleno sol de un lado a otro… Además, para acceder a todos los templos hay que descalzarse y al tratarse la mayoría de lugares exteriores o en ruinas, el suelo quema muchísimo. Todo el mundo camina totalmente descalzo como si nada. Nacho y yo, a pesar de llevar calcetines, a tramos nos vamos abrasando los pies. Consejo importante: si vas a visitar lugares religiosos exteriores, llévate siempre un par o dos de calcetines, por lo que pueda pasar…

    Sarath nos lleva de templo a templo, de ruina a ruina y nos hace de guía explicándonos muchas curiosidades como por ejemplo que tiempo atrás los habitantes del pueblo preparaban comida para los monjes que se dedicaban a meditar en el bosque y la llevaban hasta  aquella especie de refectorio del que sólo quedan hoy algunas piedras. Eso sí, en perfecto estado de conservación nos muestra una especie de contenedores de piedra alargados donde la gente volcaba el arroz (en el más grande) y el curry (en el más pequeño) para que más tarde los monjes vinieran a comer.

    Recorremos las ruinas y los templos durante unas tres horas durante las cuales nos cruzamos con una excursión de niños de un colegio público con los que nos hacemos fotos y con los pasamos un rato divertido hablando y preguntándoles sus nombres mientras nos miran como a seres  de otro planeta.  Algunos vigilantes dentro de los templos se acercan a hablar con nosotros, nos preguntan de dónde somos y nos regalan amplias sonrisas continuamente.La gente de Sri Lanka mola… y nos compramos una mini sandía que compartimos con Sarath a la sombra de los árboles.

    Tras un rato de relax en el jardín de Sarath,  junto a una familia holendesa que también se aloja allí hoy, a las 4pm ya está preparado en la puerta con su tuk-tuk para llevarnos al Mihintale y con un amigo que llevará a los holandeses. De camino, hacemos una paradita para ver un árbol milenario del que Sarath nos había hablado por la mañana. ¡Impresionante!  Nacho, que nunca pierde oportunidad, se cuelga de las ramas y comienza a hacer el mono… demasiado bien se estaba portando hasta ahora. Nos hace llorar a todos de la risa.

    Sarath nos deja al inicio de la subida del Mihintale  y compramos nuestras entradas. La verdad es que en comparación con las de la mañana tienen un precio mucho más razonable y curiosamente lo que estamos a punto de visitar sí que realmente consigue dejarnos con la boca abierta y con esa agradable sensación de que ha merecido la pena.  En primer  lugar visitamos unas ruinas  parecidas a las de esta mañana, y acto seguido y tras descalzarnos y cubrirme los hombros accedemos a la zona sagrada, esta vez no nos quemamos porque ya el sol no es tan intenso pero las piedras pinchan lo suyo. Ante nosotros dos pequeñas colinas, una coronada por un gran Buda y otra con una Pagoda.  También hay una roca a la que se puede subir y desde la que hay unas vistas preciosas. Nos dejamos la colina de la pagoda para el final para poder disfrutar desde allí de la puesta de sol y al ritmo de los tambores de la ceremonia que cada tarde despide el día, vemos caer la noche sorprendidos por la poca cantidad de turistas que comparten el momento con nosotros. Mientras contemplamos tan maravilloso espectáculo, hacemos nuestras apuestas sobre los pocos años que quedan para que aquello esté abarrotado de turistas.

    Sarath nos espera a la bajada con tres rambutanes en la mano que ha conseguido rescatar de la bolsa entera que habíamos escondido en la parte de atrás del tuk-tuk para que no nos la quitaran los monos. Pues sí, parece ser que nuestro amigo se ha peleado con un mono que no era Nacho y eso ha sido lo único que ha podido rescatar. La verdad es que Sarath es una pasada, y está haciendo todo lo que está en su mano para que estemos bien y disfrutemos y aprovechemos al máximo nuestra estancia en su ciudad. Para acabar el día, nos lleva a cenar a un restaurante local que está genial y con unos precios mega baratos y para rematar nos vuelve a buscar con el tuk-tuk y nos lleva de vuelta a casa. Y porque no le pedimos que nos lleve de fiesta que si no seguro que se busca la vida para hacernos felices.

    Fin de nuestro primer día completo en Sri Lanka. Muy buenas sensaciones, gente buena, auténtica … creo que este país nos va a gustar y mucho. Good night!

COMMENTS

1 Response to 95 Anuradhapura

  • Nati wrote on August 15, 2017 at 1:38 // Reply

    Como me gustan las fotos y vídeos con las gentes de los lugares!! Y qué calor habréis pasado….

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