96 SIGIRIYA

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    Buenos días o, como se dice aquí, Subha udesenak! Cuánto tiempo sin coger el boli…Nos levantamos temprano, a eso de las siete. Sarath está abajo, el desayuno estará listo en unos minutos.

    Acabamos de preparar nuestras mochilas y nos relajamos en el jardín junto a la familia holandesa. Es su segunda vez en Sri Lanka, la primera fue ya hace más de 30 años, Viajaban los dos solos, a la aventura. Hoy vienen con su hija adolescente a descubrir una nueva Sri Lanka, una sin guerra. Nos parece una familia muy interesante, han vivido en Zambia y Costa Rica, previo curso de español en Salamanca. 🙂

    Sarath nos deleita con seis o siete platos tradicionales. Nos los presenta uno a uno al más puro estilo Masterchef. ¡Qué rico está todo!. Cogemos fuerzas y nos acabamos el café y el té disfrutando de las vistas del lago. Hoy nos espera un día intenso y posiblemente lleno de emociones.

    Es el momento de marchar. Sarath nos acompaña en su tuck-tuck hasta la estación de autobuses. Deberemos coger un bus hasta Dambulla y una vez allí, encontrar la manera de llegar a Sigiriya. Para este primer trayecto escogemos un autocar con aire acondicionado. La diferencia de precio es de 0,30€ por persona y estamos de vacaciones, tampoco se trata de pasarlo mal. Somos de los primeros en subir pero poco a poco se va llenando. Me quedo de pie observando. Entra una persona con su mochila y un traje en la mano, coloca las cosas donde puede, nos miramos y sonreímos. Se acerca a mí y, como si nos conociésemos de toda la vida, nos estrechamos la mano y nos preguntamos qué tal. Llevamos menos de 48h en este país y no hace falta más tiempo para darnos cuenta de que, posiblemente, lo más valioso que tiene este país sean sus personas. Agradables, educadas, siempre dispuestas a ayudar y con una sonrisa de esas que te alegran el día. Charlamos. Por trabajo viaja a otra ciudad, es capitán del ejército de Sri Lanka. Lleva más de 13 años sirviendo y también ha estado en misión en la India en la zona de Kashmir. Evito hacerle cualquier pregunta relacionada con su trabajo debido a la guerra que ha sufrido su país durante cerca de 30 años. Le comento que mi hermano es militar y comparto alguna foto de su última misión en Turquía.

    No entendemos por qué, pero el conductor ha parado en el arcén. La persona que se encarga de cobrar el pasaje se baja y camina hacia una especie de capilla budista. Ya vuelve. Lleva unas flores que deja en el salpicadero junto al Buda que acompaña al conductor. Entiendo que ahora estamos más seguros.Por cierto, qué manera de conducir,… los dos carriles de la carretera se convierten en autopistas de cuatro carriles con coches en todos ellos.

    Llegamos a Dambulla, nos despedimos y bajamos del autocar, que sigue su camino. Estamos en la estación. Barajamos la posibilidad de ir en tuck-tuck. Hay pocos Km hasta Sigiriya pero el precio es unas cien veces más caro que ir en bus así que en bus nos vamos. No sé si hemos hecho bien o no, va muy lento y se para mucho, ¡qué agobio!. La mujer que hay detrás de mí se marea, no entra ni un alfiler. La dejan sentar y la abanico con el Ipad para que le llegue un poco de aire.

    Abro google maps y veo que nos acercamos al que será nuestro alojamiento para los próximos dos días. Nos bajamos en medio de la carretera y caminamos unos 500 m por un camino de tierra. Llegamos y un chico joven nos recibe, nos enseña la habitación, nos da agua y la contraseña del wifi. Descargamos. Está realmente limpio y es bastante nuevo. Es una pequeña habitación, con un baño y un pequeño porche con una mesa y dos sillas en medio del campo. Ellos viven en una casa a pocos metros. ¡Uy!, vemos que la parte superior de la ventana está completamente abierta y no nos gustaría tener “invitados” esta noche mientras dormimos. El chico no habla mucho inglés, tratamos de explicarle que, por favor, intenten tapar con alguna red esa parte de la ventana para que no entren insectos varios.

    Cogemos la botella de agua y empezamos a caminar, algo muy grande nos espera. Hace bastante calor y no tenemos claro cómo llegar hasta la entrada. Aunque se podría llegar caminando, finalmente decidimos tomar un tuck-tuck. Estamos de vacaciones y no se trata de llegar destrozados a la entrada, ¿no?. Negociamos el precio y en pocos minutos estamos allí. Comemos algo rápido, vamos a la taquilla y pagamos los 30$ de la entrada- sí, un dineral.

    Ahora sí, cruzamos la entrada y ahí la tenemos, Sigiriya o la Roca del León con más de 200 metros de altura. Un símbolo especial en la cultura e historia de este país. De acuerdo con las antiguas crónicas, este sitio fue el elegido por el rey Kasyapa (477-495 dC) para su nueva capital, donde construyó su fortaleza en la parte superior de esta piedra y decoró sus lados con coloridos frescos. En una pequeña meseta a mitad de camino por la ladera de esta roca se construyó una pasarela en forma de un enorme león.

    Es majestuosa, hermosa, grandiosa y todos los adjetivos positivos que os podáis imaginar. Impresiona mucho y sólo hemos cruzado la entrada. Caminamos por los jardines y nos vamos acercando poco a poco. Subimos unas escaleras que nos llevan a unos frescos que hay en la roca. Bajamos las escaleras para seguir por otro camino que nos lleva hasta la meseta donde se encuentran las garras del antiguo león tallado en la roca. Impresionante. Cada vez estamos más cerca, sólo nos falta subir una escalera metálica para llegar a la cumbre donde se encuentra los restos del palacio y desde donde podremos contemplar las mejores vistas. La subida está siendo dura pero estamos motivados y disfrutando de esta maravilla.

    ¡Lo conseguimos! Estamos arriba, prácticamente solos con un grupo de jóvenes japoneses con un guía local. Nos hacen unas fotos y nos despedimos de con un sayonara. Ahora sí, estamos solos (es lo que tiene subir a la hora que hace más calor). Disfrutamos de las vistas 360, nos abrazamos, nos besamos, nos reímos y damos vueltas sin movernos del sitio.

    Momento de bajar. Nos dejamos “caer” mientras comentamos lo que hemos vivido. La bajada es amena y relajada después del subidón (en los dos sentidos). Una vez abajo, nos hidratamos y buscamos un tuck-tuck. Esto no acaba aquí. Ahora subiremos el Pidurangala. Se trata de otra roca que se encuentra a unos 2 km de la famosa Roca del León pero que no es tan conocida ni visitada por turistas y desde la cual hay unas vistas espectaculares, con la Roca del León incluída. Realmente muy recomendable, sobre todo al atardecer.

    El tuck-tuck nos deja en la entrada. Marien ¿qué es eso? Parece un colegio, vamos a acercarnos. Efectivamente, es un colegio. El profesor nos invita a entrar. Lo primero que nos llama la atención es que no hay pizarra. Hay unos doce o trece niñas y niños separados por sexo en diferentes “pupitres”. El profesor nos pregunta a qué nos dedicamos. Marien le dice que es profesora de inglés y yo que trabajo con la nube,…¿a que no sabéis qué asignatura estaban dando en ese momento? ¡Inglés! El profesor nos dice que está explicando el verbo ‘CAN’ (poder) y que si lo puede explicar ella. En menos de un minuto Marien les está explicando el uso del verbo, con ejemplos y haciendo partícipe a toda la clase. El profe graba con su móvil. ¡Qué pasada! Acabamos con una canción en cingalés cantada por los alumnos. Estas cosas son las que hacen que los viajes sean inolvidables.

    Momento de seguir nuestro camino. Pagamos la entrada a Pidurangala Rock. Ésta mucho más económica, unas 500 rupias, menos de 3€ por persona. Marien se tiene que disfrazar, no puede mostrar las piernas por encima de la rodilla al haber un templo budista en la roca. Se pone el pareo como falda y comenzamos a subir a lo Kilian Jornet. No llevamos ni cinco minutos y ya nos falta el aire, se nos acelera la respiración, hace mucho calor, nuestros cuerpos están bañados en sudor. Hacemos alguna parada para recuperar el aliento y seguir subiendo. Llegamos a la mitad de camino donde nos encontramos con un buda tumbado. Seguimos subiendo. El camino cada vez es más complicado, de hecho, no hay camino. Viene lo más difícil. Escalamos unas rocas, saltamos, trepamos y ahora si por fin llegamos al final. No tenemos palabras para describir la belleza del paisaje. Si subir a la roca del león impresiona, verla desde aquí, envuelta en un tupido manto verde al caer la tarde es algo único. Se para el tiempo. Puedo contar con los dedos de la mano las personas que estamos ahí arriba delante de tal maravilla, casi en silencio. Tras disfrutar de una puesta de sol impresionante, llega el momento de bajar, no queremos que se nos haga de noche aquí arriba. La subida a la Roca del León ha sido maravillosa e incomparable pero las vistas desde la cima del Pidurangala nos atreveríamos a afirmar que son más impresionantes todavía. Conclusión: si vais a Sigiriya no podéis dejar de subir ninguna de las dos.

    Una vez abajo, tanteamos a los tuck-tucks y, en paralelo, levantamos el dedo pulgar. El primer coche que pasa va lleno. Se detiene un segundo coche. Es un inglés con un guía del país. Les pedimos si por favor nos pueden acercar a la carretera principal. Va en la misma dirección que nosotros, ¡qué bien! Nos deja en el cruce del camino de tierra a escasos 500 m. Caminando hacia el alojamiento, otro coche, esta vez con gente local se cruza en nuestro camino y sin decir nada nosotros, nos ofrecen acercarnos. Les damos las gracias pero les decimos que estamos a 200 m y que vamos caminando.

    Llegamos al alojamiento y vemos que todo sigue igual. No obstante, dentro no hay ningún bicho. Nos duchamos y cenamos comida tradicional preparada por la madre de familia, que no habla inglés pero con la que, mediante gestos, nos acabamos entendiendo. Ha sido un día lleno de emociones. Al acabar de cenar, me levanto para ir al baño. Marien se queda charlando con la otra pareja que se alojaba en la habitación de al lado. Cierro la puerta del baño y me encuentro una cucaracha del tamaño de la roca del León. Tranquilo Nacho, puedes con ella. Me quito la chancla y la golpeo. Se ríe de mí y camina en vertical por el marco de la puerta como si nada. Me pongo serio y le atizo un segundo golpe que acaba con ella. Tengo que deshacerme del cadaver, Marien no puede saber nada de esto. Papel, WC, cisterna, adiós. Respiro… ¡oh no!, ahora una araña… Misma operación. Suerte que he ido yo al baño,…salgo como si no hubiera pasado nada. Estamos cansados, nos vamos a dormir. Desplegamos la red que cubre la cama, nos tumbamos. ¿Colchón o piedra? Qué calor…, el ventilador parece un motor de un avión del ruido que hace. Creo que nos hemos equivocado de alojamiento, intentamos dormir, Zzz…

COMMENTS

1 Response to 96 Sigiriya

  • Nati wrote on August 23, 2017 at 4:54 // Reply

    Como me gusta ver a la gente de estos lugares con vuestras fotos y vídeos !!!

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