98 KANDY

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    Hemos dormido de aquella manera tras la boda de anoche. Aunque nos habían dicho que a las 23 cortarían la música, finalmente la alargaron hasta casi las 24 h por los cortes de electricidad. Vamos acumulando cansancio y no hay manera de dormir bien. Nos levantamos a las 7 am y ponemos rumbo hacia Kandy, la puerta a las montañas centrales de la isla.

    Hemos consultado con la gente local y tenemos varias opciones para viajar de Polonnaruwa a Kandy. Podemos ir en tren, combinando bus y tren para ahorrar distancia o en un bus directo desde un pueblo que está a unos 4 km y se llama Kaduruwela. Aunque en tiempo no ganamos mucha ventaja, el hecho de no tener que hacer transbordos y la gran frecuencia de autobuses (uno cada hora), hacen que nos decantemos por esta alternativa. De manera que cogemos un tuk-tuk hasta la estación de autobuses de Kaduruwela y una vez allí nos subimos al autobús número 41 que, por suerte, está a punto de salir. Y acordémonos bien de este número porque estamos a punto de comenzar uno de los viajes en autobús más largos y más agobiantes de lo que llevamos de recorrido por Sri Lanka. Los de la India no valen, esos juegan en otra liga…

    Durante las más de 5 horas de trayecto voy aplastadísima contra la ventanilla y con la cabeza y orejas bien liadas con mi pañuelo ya que el zumbido del viento en carretera durante tantas horas y el exageradamente elevado volumen de la música del autobús hacen que llegues al destino con la cabeza como un bombo. Nacho el pobre va peor ya que toda la aglomeración de personas que se agolpan de pie en el pasillo del bus se va dejando caer sobre él y el altavoz a mil decibelios queda justo encima de su cabeza.

    Cual patos mareados, después de más de 5 horas y muertos de calor llegamos a Kandy. Mantenemos una dura negociación con un conductor de tuk-tuk que parece Bob Marley que, después de perder más de 10 minutos de tira y afloja, finalmente no nos lleva. Caminamos un poco y nos salimos un poco del bullicio de la parada de autobuses, aunque la verdad es que parece que en esta ciudad todo es bullicio y caos. Es una locura de coches, motos, tuk-tuks y muchísima, muchísima gente. No en vano, nos encontramos en la segunda ciudad más importante de Sri Lanka después de Colombo. Situada en las Tierras Altas, en el mismo centro de la isla y rodeada de montañas milenarias y plantaciones de té que llegan a alcanzar los 1500 metros de altura, Kandy es considerada or muchos la ciudad más bonita del mundo. Una curiosa fusión entre la tradición budista y el espíritu colonial heredado de la ocupación británica dotan a esta urbe de un encanto único y difícil de explicar.

    Ahora sí,  conseguimos un trato justo con un conductor de tuk-tuk y nos lleva hasta el que va a ser nuestro alojamiento por una noche de nuevo. Durante esta primera etapa del viaje el ritmo está siendo bastante intenso, los trayectos son más largos y estamos durmiendo cada día en un sitio diferente para poder sacar el máximo partido a nuestro recorrido y poder ir con un poco más de tranquilidad conforme vayamos más cansados hacia el final del viaje. Y hoy es uno de esos días en los que el cansancio comienza a hacerse visible en nuestras caras y en nuestras ganas. Probablemente el hecho de no haber podido dormir bien las dos pasadas noches y el largo viaje hasta Kandy hayan tenido también algo que ver.

    Afortunadamente, hoy podremos descansar y dormir agusto. Nos alojamos en casa de una familia bastante adinerada pero encantadora, alejados del bullicio y el ruido del centro de la ciudad y con unas vistas a la montaña tan espectaculares como relajantes. La casa es preciosa y está todo impecable. ¡Creo que hoy hemos acertado!

    Son prácticamente las 15h así que nada más descargar nuestras mochilas, Sudharama, nuestra anfitriona, avisa a su vecino, conductor de tuk-tuk para que nos lleve al centro.

    Kandy nos sorprende, tanto por su tamaño, su arquitectura y su belleza. Esta ciudad tiene un encanto especial. Según hacia donde mires, por un momento tienes la sensación de estar en otro país. Nos llaman la atención sus edificios coloniales con ese toque occidental totalmente diferentes al tipo de construcciones que hemos visto en el resto del país. Nos choca el contraste de caos de tuk-tuks, motos, coches y peatones al más puro estilo asiático en medio de aquel escenario  urbano con un toque victoriano. Además, nos regocijamos de emoción al ver por primera vez en muchos días una acera por la que poder pasear.

    Una de las claves del encanto de esta ciudad es el gran lago artificial en cuyas aguas se reflejan las montañas que la custodian. ¡Precioso! Rodeamos el lago completo disfrutando de un agradable paseo durante el cual, por momentos, conseguimos abstraernos y olvidarnos del tráfico y ajetreo de la ciudad a tan sólo unos pocos metros de nosotros. Es una gozada poder pasear tranquilamente por una acera y con unas vistas tan relajantes. Justo lo que hoy necesitábamos. En las orillas del lago vemos algún reptil gigante intentando conseguir su merienda… pobre pato, si supiera lo que le espera ya habría salido por patas… Preferimos no quedarnos a ver el desenlace y continuamos con nuestro paseo.

    Después de rodear el lago, nos adentramos en las calles bulliciosas de la Kandy y nos mezclamos un poco en el día a día de la gente, como a nosotros nos gusta hacer, volviendo de nuevo a sentir que estamos en Sri Lanka.

    Finalmente, y para acabar la tarde, nos disponemos a entrar al Templo del Diente de Buda, uno de los lugares sagrados de culto más importantes de la religión Budista. En él se custodia una de las reliquias más importantes del Budismo, el diente de Buda. Como sabemos que no es posible ver la reliquia, y teniendo en cuenta la cantidad de templos que ya llevamos visitados y lo cansados que estamos hoy, la verdad es que no nos hace especial ilusión entrar. Nos sentimos un poco obligados por la importancia del lugar, de manera que allá que vamos. Me coloco mi pañuelo sobre los hombros, y el pareo de Nacho para cubrir las piernas. Nacho por el lado de hombres y yo por el de mujeres, procedemos a acceder al recinto a través de dos arcos de seguridad con un par de guardias a cada lado. Sin problema, estoy dentro pero … oigo discusión al otro lado y veo que Nacho no ha pasado. Me asomo y veo a los guardias ensalzados en una discusión con Nacho y subiéndole los pantalones a la cintura y mostrándole que le quedan por encima de la rodilla. Nacho se los baja a la altura de medio culete, estilo alumno de secundaria y les intenta hacer ver que le quedan por debajo de la rodilla pero no cuela. No le dejan entrar.  Pues nada, nos acaban solucionar el dilema. Ha llegado el momento de volver al alojamiento y descansar un poco. Como no hay mal que por bien no venga, llegamos aún con luz del día y justo a tiempo para disfrutar de una bellísima puesta de sol entre las montañas de Kandy desde la gran terraza de la casa de Sudharama. No podemos tener un atardecer más relajante y agradable.

    Para culminar el día Sudharama nos prepara unos deliciosos noodles con pollo y nos explica cosas muy interesantes sobre las universidades de Sri Lanka y lo complicado que es acceder a las 3 o 4 que tienen mayor prestigio. Su hijo, al que hemos conocido esta tarde está preparando la prueba de acceso y, según nos cuenta, estudiando de sol a sol, ya que esta nota es lo único que tienen en cuenta para el acceso y la demanda es enorme. Según nos explica Sudharama, si no consigue acceder en Sri Lanka,  marchará  a estudiar a Australia o EE.UU. Nos sorprende el poder adquisitivo que debe de tener esta familia pero no deja de ser una muestra más del contraste y de la diferencia de clases tan asombrosamente notable en este país como en tantos otros.

    Nos pasaríamos horas hablando con con Sudharama y preguntándole mil curiosidades más pero no queremos parecer cotillas. Nos vamos a dormir contentos, tenemos el presentimiento de que hoy vamos a descansar de lo lindo en medio de la paz de la montaña. Mañana nos espera un largo y emocionante viaje en tren.
    ¡Buenas noches!

COMMENTS

1 Response to 98 Kandy

  • Nati wrote on September 11, 2017 at 7:38 // Reply

    Me estoy imaginando a Nacho intentando alargar el pantalón !!! Jajajajjajaja.
    No sé cómo aguantáis tanto bullicio…ufffff!! Yo no podría.

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