Koh Tao o Isla Tortuga, así bautizaron esta isla los primeros pobladores debido a su forma. Se encuentra en el Golfo de Tailandia, fue utilizada como antigua cárcel de prisioneros políticos y actualmente es el paraíso para los amantes del submarinismo. Así es Koh Tao, una paraíso de tan sólo 21 Km2.
Una vez en el puerto, lo primero que hacemos es dejar nuestras mochilas en nuestra guesthouse. Hemos reservado dos noches, pero tenemos pensado pasar algunos días más antes de ir a Bangkok. Preguntamos en recepción y nos dicen que está lleno, así que callejeamos buscando un lugar donde alojarnos el resto de días. No obstante, primero tenemos que asegurarnos que estamos en el lugar adecuado. Mientras caminamos vemos a una pareja, aprovechamos para preguntarles, son de Canadá y Estados Unidos. Llevan unos meses viviendo allí, nos confirman que la zona es buena, no es la zona más turística ni con más ambiente pero tampoco nos hace falta. En esta ocasión decidimos no alquilar moto, hay muchas carreteras sin asfaltar, muchas cuestas y además la chica canadiense nos advierte del peligro y del negocio que tienen con el alquiler de motos y cualquier rayada en la misma. En nueve de cada diez sitios te retendrán el pasaporte como depósito y garantía de que les vas a pagar todo lo que te pidan ante la mínima rayada.
Seguimos caminando y después de ver varios sitios claustrofóbicos y malolientes damos con el Blue Wave Guesthouse, una especie de mini apartamentos que incluso la gente que vive en la isla alquila mensualmente. Así es como conocemos a Miguel, un madrileño licenciado en INEF que ha dado cinco veces la vuelta al mundo y que junto a su amigo Juan Carlos están a punto de abrir un negocio, La Bombona Diving, centro de buceo y restaurante de cocina española. Juan Carlos tiene 42 años, es malagueño y ha vivido diez años en Australia, donde conoció a Miguel. Nos quedamos hablando de pie en mitad de la calle durante cerca de dos horas, nos dan multitud de consejos de la isla y de los diferentes lugares por lo que viajeremos. Uno de los más valiosos para nosotros ha sido donde comer, el restaurante donde todos los occidentales residentes en la isla comen y cenan cada día, de nombre Yang, muy barato y delicioso. Por unos dos euros puedes comer perfectamente.
A la mañana siguiente, con nuestra mochila y cámara de foto en mano, caminamos por la carretera principal esperando a que alguien pare y nos lleve a la playa de Aok Leuk, parece que tenemos suerte, un chico de Chipre nos monta en su Pick-up y nos deja muy cerca.
Hace tres años tuve la oportunidad de visitar esta isla con mis amigos y fue justo en esta playa donde nos alojamos. Un maravilloso lugar en el que desconectamos después de pasar tres días en Koh Panghan.
La playa está prácticamente vacía, nos sorprendemos y disfrutamos una vez más de sus aguas transparente y de la tranquilidad del mar. Parece una piscina. Comemos en un balcón justo encima del mar en el que aprovechamos para refugiarnos del sol abrasador.
Nuestra idea era visitar otra playa pero, ¿para qué? Pasamos el resto de la tarde tumbados en nuestros pareos.
Por la noche y después de una generosa cena caminamos hacia Sairee Beach, la playa principal y donde se concentra toda la fiesta. El paseo fue considerable, caminamos durante media hora por la carretera principal. Cuando esperábamos encontrar bares tranquilos nos encontramos con una gran fiesta en la que una vez más el fuego era uno de los protagonistas. A la vuelta decidimos caminar por la playa, debajo de una manta de estrellas y de una luna apunto de llegar a su máxima expresión.
1 Response to 21 La tranquila Koh Tao, ¿tranquila?
Que contrasté de Varanasi a Koh Tao, es totalmente diferente. Lo estaréis pasando bomba de Bombay nosotros nos alegramos mucho, esperamos que la siguiente parada sea aún mejor. Un montón de besos.