52 PUERTO PRINCESA

April 28

A las 9 de la mañana y tras desayunar un delicioso shake, sale nuestro autobús de vuelta a Puerto Princesa. Una vez allí, caminamos hasta nuestro alojamiento. 

A la llegada, gran decepción. Más que un hotel parece un reformatorio. Una cama enana, una ventanilla por la que apenas entra luz y hormiguitas paseando por encima de la cama. Ya hemos tenido suficiente en nuestro “lujoso resort” en El Nido. Nuestros cuerpos nos piden algo más de confort en este momento así que, tras ver el panorama, nos largamos.

En menos de cinco minutos y a través de Agoda, encontramos una oferta de última hora y en un triciclo nos vamos hacia allí. Es un pequeño hotel pero tiene todo lo que necesitamos y está limpio.

Puerto Princesa no tiene playa, o eso dicen. Todo el mundo el mundo nos envía a Honda Bay a contratar un tour para hacer Island hopping o ir a Sabang a visitar el famoso Underground River o río subterráneo. Nosotros lo único que queremos es tirarnos en algún trocito de arena y poder bañarnos en el mar ya que el calor es muy agobiante.

Hablando con Carlo, un trabajador del hotel y tras explicarle lo que queremos, nos recomienda ir al Microtel, a Emerald Beach, que es donde la gente local va a bañarse o pasar el día.

Negociamos un triciclo para que nos lleve y una vez allí, quedamos con él para que nos venga a recoger más tarde.

Emerald Beach no es una playa normal. Nunca habíamos visto nada por el estilo. Una playa y un bosque todo en uno. Multitud de árboles dentro del mar. Por más que caminamos metros y metros, el agua no nos llega ni a la cadera. Estamos impresionados por la belleza del lugar y sobre todo de ver que somos, junto a una o dos personas más, los únicos “no filipinos”.

Es domingo y muchas familias vienen a pasar el día. Nacho se acerca a curiosear y a hablar con una de ellas que ha preparado un cochinillo entero para comer. Me recuerdan a aquellas comidas familiares en casa de mi abuela con todas las primas. Nos invitan a unirnos y compartir con ellos su comida. Nos reímos, nos dan a probar diferentes platos típicos y nos hacemos unas cuantas de fotos juntos. Una vez más comprobamos la generosidad y la sencillez de la gente filipina.

Como nos ha gustado el experimento, decidimos hacer lo mismo el siguiente día y descubrir alguna playita local más de los alrededores pero después de desayunar, Nacho no se encuentra muy bien y con el paso de las horas, cada vez peor. Tiene 38,5ºC de fiebre y mucho dolor de estómago y de cabeza. Las palabras de la doctora que nos vacunó en Barcelona se repiten en mi mente : “si hay fiebre alta y dolor de cabeza, acudid a cualquier hospital en menos de 24 horas”. Así que a través de Skype contactamos con nuestro seguro médico para que nos indiquen los pasos a seguir. Les explicamos lo que nos ocurre y quedamos a la espera de que gestionen todos los trámites para que nos atiendan en un hospital y nos vuelvan a llamar para indicarnos donde ir.

Las horas pasan muy lentas, Nacho duerme medio inconsciente ardiendo en fiebre y yo espero al lado del teléfono a que alguien nos llame pero los trámites llevan un rato y las líneas telefónicas son tan precarias que las comunicaciones son complicadas. Creo que es la primera vez que en todos estos meses me he sentido “sola”. Tengo miedo, no estoy acostumbrada a ver a Nacho tan malito y todo aquí es desconocido para mí.

Finalmente, en el hospital, rellenamos un formulario con los datos. A Nacho le dan un jarabe y cuando pensamos que eso sería todo, un hombre con guantes de color lila y una caja parecida a las de ir a pescar, con sus anzuelos… se planta delante nuestro y dice “Laboratory” o lo que es lo mismo, ¡pinchazo!. Nacho se me queja, “Vengo malo y me voy a ir peor”, teme a las agujas. De repente empieza a ponerse blanco. El enfermero no da crédito. Lo tumbamos en una camilla y entre los dos conseguimos sacarle un poco de sangre para el análisis entre grito y llanto, vamos, como un bebé.

Tras hacerle todas las pruebas necesarias y pasar unas cuantas horas en observación, los médicos descartan que haya ninguna infección por parásito y nos dicen que se trata de una infección gastrointestinal que con uno antibióticos e hidratación podemos solucionar. Por suerte podemos volver al hotel no es necesario que se quede hospitalizado, buena señal.

Por suerte tenemos el seguro médico y hemos podido comprobar que funciona. Esperamos no tener que usarlo más.